lunes, 12 de marzo de 2007

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el recuerdo: son dos relatos que se suceden uno tras otro. quizás son más, en realidad. todo empezaba con una imagen. una mujer le contaba a un hombre un sueño. era algo que surgió durante la escritura de una novela corta, parte del proceso imaginal. tras una revisión, lo que sucedió fue que se volvió el principio de la obra. empezaba originalmente en una imagen a partir de una frase encadenada, compuesta como por unas cinco oraciones: yo, con mi mano abandonada sobre la suya… lo demás no lo recuerdo ahora, pero recuerdo la sensación y lo que originó ese inicio. era un viaje en la oscuridad de una persona hacia otro tipo de oscuridad, la de una serie de incertidumbres igualmente encadenadas. pero no cuadraba ese momento inicial dentro de la secuencia propuesta. por alguna razón, la imagen de la mujer lograba lo intuido.

los dos relatos son más, en realidad. el del hombre era el tema que guiaba a los otros. había una necesidad primordial, la de volver expresivos a cada uno de esos componentes, articulando musicalmente una estructura que permitiera la exploración en lo misterioso del proceso de escribir. lo mínimo y lo grande encontrados en una poética de la incertidumbre. como la caída de una hoja en su trayecto hacia el piso y su encuentro inmediato con la materia de la muerte. como un cuerpo sin su cualidad de materia, pero que se continúa abriendo una faz de lo invisible a la dimensión de lo real. como un parque de fantasmas japoneses. como el lenguaje en medio del libro y el lector. como la necesidad de escribir de quien escribe. abrir el espacio a otras tonalidades de color y temperaturas múltiples. cálidos y sudores fríos. de una calle que llega a un parque, de una mujer que va muriendo en el camino, de la noche volviéndose escritura.

el sueño de una mujer le daba al personaje noticia de su situación, por lo que se le presentaba como una revelación. o él lo tomaba así.

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